Momentum emocional: todo fluye (en el deporte y en la empresa)

En este artículo exploraremos cómo Oscar Schmidt encarnó el concepto de momentum en el baloncesto, qué nos dice la ciencia sobre este fenómeno de rachas emocionales colectivas y cómo puede trasladarse al ámbito profesional para diseñar dinámicas de equipo que potencien la confianza, la motivación y el rendimiento sostenido.

La importancia del apoyo familiar y de creer en ti (en el deporte y en la vida)

En este artículo analizaremos la historia de A’ja Wilson porque en ella se condensa lo que muchas investigaciones en neurociencia sugieren, que la plasticidad cerebral, el refuerzo positivo y el entorno afectivo-cognitivo pueden marcar la diferencia entre un talento que se queda en promesa y uno que se convierte en realidad duradera.

Ziz, ¿profeta de los males de la IA o psicópata de manual?

Este artículo propone una exploración multidisciplinar que rehúye tanto de la demonización simplista como de la idealización ingenua sobre Ziz y sus discípulos. El caso de los Zizians nos obliga a mirar de frente la capacidad humana para transformar el miedo tecnológico en ideología y la ideología en violencia.

Entre la promesa y el abismo con la llegada de la superinteligencia artificial

Estamos, por tanto, ante un “nodo de inflexión sociotécnico”. La AGI puede convertirse en la herramienta más poderosa para el progreso humano o en el mayor riesgo de fragmentación, desigualdad y colapso.

Incentivos, presencia social e identidad (en el deporte y en la empresa)

En este estudio exploramos la trayectoria de Detlef Schrempf como un caso ejemplar para comprender cómo los roles, los incentivos y la presencia social configuran no solo la dinámica de un equipo de baloncesto, sino también la identidad profesional en entornos organizacionales.

Manual de desoxidación cívica. De la picaresca a tomarnos en serio el bien común

En este artículo voy a combinar bisturí y martillo, con datos contrastables, análisis sociológico y un plan operativo de bolsillo. Sin fuegos de artificio. Sin épica de Netflix. Con la ironía justa para no dormirnos y la mala leche suficiente para movernos en favor de una sociedad menos picara y más honesta.