Ziz, ¿profeta de los males de la IA o psicópata de manual?

Introducción

La figura de Ziz LaSota, también conocida como Jack LaSota, se erige en un cruce inusual y perturbador. El espacio donde confluyen la tecnología, la ideología radical, el pensamiento filosófico extremo y la violencia tangible.

Lo que comenzó como una militancia idealista y utópica en torno a la justicia animal y la prevención de futuros distópicos acabó derivando en una espiral de manipulación psicológica, sectarismo y crímenes violentos. A su alrededor nació el grupo conocido como los Zizians, integrado principalmente por personas transfemeninas y no binarias con formación en ingeniería e informática, individuos que encontraron en las ideas de Ziz una narrativa totalizante.

Entre 2022 y 2025, aquella comunidad se vio implicada en al menos seis muertes confirmadas: dos suicidios y cuatro homicidios cometidos en distintos estados de Estados Unidos. La línea entre el activismo visionario y la psicopatía se volvió borrosa, dando lugar a un caso que merece ser analizado con todas las herramientas disponibles de la criminología, la psicología, la filosofía y la tecnología.

¿Quién fue realmente Ziz? ¿Una visionaria que advirtió con crudeza sobre los riesgos de la inteligencia artificial y el colapso ecológico, dispuesta a cualquier sacrificio en nombre del futuro? ¿O más bien una psicópata que utilizó su carisma y su intelecto para manipular a personas vulnerables, aisladas y ansiosas por hallar sentido en un mundo incierto?

Este artículo propone una exploración multidisciplinar que rehúye tanto de la demonización simplista como de la idealización ingenua sobre Ziz y sus discípulos. El caso de los Zizians nos obliga a mirar de frente la capacidad humana para transformar el miedo tecnológico en ideología y la ideología en violencia.

Perspectiva criminológica y perfil conductual

“Ziz” es el alias de Jack LaSota, una figura muy polémica en la intersección entre racionalismo extremo, ideología post-racionalista y violencia.

Ziz fue conocida dentro de foros como LessWrong y espacios vinculados al Effective Altruism y al Center for Applied Rationality (CFAR). Allí difundió ideas radicales sobre el futuro de la inteligencia artificial, la justicia animal y la necesidad de sacrificios extremos para evitar futuros distópicos dominados por máquinas. Estas ideas parecían, en un principio, ejercicios intelectuales, como teorías de separación hemisférica cerebral, experimentos con el llamado unihemispheric sleep (un método para dormir solo con la mitad del cerebro activo) o el concepto de debucketing (una práctica para romper categorías mentales establecidas).

Lo que en apariencia era exploración cognitiva se convirtió con el tiempo en un arsenal de técnicas de manipulación psicológica. A ello se sumó un estilo de vida en barcos y entornos de aislamiento, privación extrema de sueño y dinámicas de presión grupal que recuerdan a las de sectas destructivas.

Alrededor suyo surgió un grupo conocido como los Zizians, formado en gran parte por personas transfemeninas y no binarias con formación en informática y matemáticas, que compartían temores apocalípticos sobre la IA y adoptaron prácticas cognitivas extremas como el unihemispheric sleep (dormir con un hemisferio cerebral activo), el aislamiento social y la ruptura de categorías mentales (debucketing). Los Zizians emergieron como una escisión radicalizada del racionalismo y del movimiento de effective altruism vinculado a Silicon Valley.

La trayectoria criminal de los Zizians incluye episodios concretos y documentados.

Entre 2022 y 2025 se registraron al menos seis muertes vinculadas directa o indirectamente al grupo: asesinatos en California, Pennsylvania y Vermont, el homicidio de los padres de un miembro, la muerte de un agente fronterizo y varios suicidios. Las circunstancias revelan planificación, selección estratégica de víctimas y la voluntad de eliminar testigos incómodos, como en el caso del asesinato de Curtis Lind.

En conjunto se aprecia un patrón. De la exploración de técnicas cognitivas se pasó a la violencia organizada, siempre bajo la justificación de una moralidad superior.

Ziz es matemática e ingeniera de formación, con un marcado interés en la filosofía racionalista y en los debates sobre inteligencia artificial, se definía a sí misma como una pensadora radical dispuesta a “morir por el bien”. Carismática, intensa y con un estilo comunicativo cargado de terminología propia, atrajo a personas jóvenes, trans y no binarias en busca de comunidad e ideales trascendentes.

El perfil criminológico de Ziz se caracteriza por un carisma manipulador capaz de atraer a personas vulnerables, muchas de ellas con condiciones del espectro autista, identidades trans marginadas o trayectorias de aislamiento social, ofreciéndoles un sentido de misión trascendente. Exhibía además rasgos de narcisismo moral, proclamando ser “doble bueno” y promoviendo lo que ella denominaba una “psicopatía aspiracional”, presentada como virtud. Su liderazgo no era solo intelectual: también era emocional y coercitivo, ejerciendo control físico, psicológico y filosófico.

En suma, la primera descripción de Ziz es la de una líder visionaria y peligrosa al mismo tiempo Es alguien que convirtió su intelecto y sus miedos sobre la superinteligencia en una ideología totalizante, con efectos devastadores sobre quienes la siguieron.

Aunque Ziz no ha sido formalmente acusada de homicidio, su papel en la organización y en la ideología que impulsó la violencia plantea una responsabilidad penal indirecta y, sin duda, una responsabilidad ética.

Dimensión psicológica y mental

Para comprender a los Zizians hay que atender a la vulnerabilidad de sus miembros.

Ziz es una persona transfemenina y este aspecto de su identidad fue central en la configuración del grupo de seguidores conocido como los Zizians. Buena parte de quienes se unieron a su círculo eran también personas trans o no binarias, muchas de ellas con trayectorias marcadas por el aislamiento social, la discriminación y la búsqueda de espacios seguros donde encontrar pertenencia.

Se trataba de personas de gran capacidad intelectual, muchas con formación técnica sobresaliente, pero que compartían fragilidad emocional, aislamiento social, experiencias de discriminación de género y una búsqueda desesperada de sentido. En ese caldo de cultivo, el discurso de Ziz funcionaba como un refugio y ofrecía una narrativa totalizante donde el sacrificio personal se transformaba en un deber moral hacia un bien mayor.

La retórica de Ziz, que mezclaba promesas de trascendencia, justicia radical y una misión casi mesiánica contra la amenaza de la inteligencia artificial, resonó con fuerza en este colectivo. Así, la experiencia compartida de marginalidad de género se convirtió en un elemento de cohesión grupal, aunque paradójicamente terminó derivando en dinámicas coercitivas y violentas que transformaron ese refugio identitario en un espacio sectario.

Las técnicas psicológicas desplegadas por Ziz exacerbaron esa vulnerabilidad. La práctica de dormir de forma hemisférica, con el cerebro dividido entre vigilia y descanso, inducía estados de disociación y dependencia. El debucketing buscaba desestructurar la mente hasta romper las categorías lógicas básicas, desinhibiendo cualquier resistencia ética a la violencia. El uso de terminología cerrada,con conceptos como “vampiros” o “gervais-sociopaths”, aislaba a los miembros de cualquier crítica externa, creando un lenguaje propio que reforzaba la burbuja cognitiva.

En cuanto a la mentalidad patológica de Ziz, se observan rasgos propios de la psicopatía, con falta de empatía genuina, instrumentalización de las emociones ajenas, manipulación constante y justificación de conductas antisociales bajo un manto ético. Sus declaraciones de estar dispuesta a morir “por el bien” recuerdan a perfiles en los que la moralidad se desvía hacia un terreno absolutista y destructivo. La paradoja es que quienes se sentían salvados por Ziz eran, en realidad, doblemente vulnerados: primero por un entorno social que no los protegía y luego por una líder que explotaba esa necesidad de pertenencia.

Perspectiva tecnológica y ecológica

El miedo a la inteligencia artificial fue uno de los motores más poderosos de la radicalización de los Zizians. Partiendo de ideas como el Basilisco de Roko o la Teoría de Decisión Atemporal (TDT), convencieron a sus miembros de que el desarrollo descontrolado de la IA representaba una amenaza existencial no solo para la humanidad, sino para toda la vida en la Tierra. En esa narrativa, la violencia podía ser interpretada como una forma de prevención: eliminar a una persona considerada un obstáculo se justificaba como proteger a millones de seres vivos en el futuro.

El discurso se entrelazaba además con un ambientalismo radical. Los Zizians practicaban el veganismo, rechazaban el consumo tradicional y buscaban vivir “fuera de la red” en barcos y furgonetas, como si de esa manera pudieran escapar a la contaminación moral de la sociedad. Pero el aislamiento, en lugar de liberar, reforzó el fanatismo y el control interno del grupo. Lo que comenzó como ética ecológica terminó convertido en un mecanismo de alienación y vigilancia.

La tecnología jugó un papel dual. Fue el medio a través del cual Ziz difundió su ideología, escribiendo en blogs y foros especializados, pero también fue el entorno que favoreció la creación de cámaras de eco donde sus ideas se amplificaban sin crítica externa. Los algoritmos de recomendación en foros y redes contribuyeron a reforzar la burbuja intelectual. Así, la misma tecnología que supuestamente pretendían controlar acabó moldeando el fanatismo que los arrastró hacia la violencia.

Fundamentación filosófica y ética

El corazón del discurso de Ziz era una reinterpretación distorsionada del utilitarismo. Partiendo de la lógica de maximizar el bien, los Zizians aplicaron la idea de sacrificar a unos pocos para salvar a muchos, incluyendo animales y generaciones futuras. Bajo este prisma, asesinar podía ser visto como un acto de compasión en nombre de un algoritmo moral abstracto. Se trataba de un utilitarismo radicalizado hasta el extremo de vaciarlo de toda empatía.

El grupo también se alimentó del post-racionalismo, un movimiento que cuestiona la hegemonía de la razón pura y que busca integrar intuiciones, espiritualidad y moralidades alternativas. En el caso de los Zizians, esta corriente se mezcló con ideas de “hemisferios cerebrales espirituales” y esoterismos varios. Rechazaron a organizaciones como el Machine Intelligence Research Institute (MIRI) o el CFAR acusándolos de tibieza moral y transfobia, al tiempo que reivindicaban una ética propia, ajena a la deliberación democrática.

En última instancia, Ziz defendió la psicopatía como una herramienta legítima de liderazgo. La noción de “psicopatía moral” convertía la ausencia de empatía en una virtud, bajo la premisa de que solo quienes podían desligarse del sufrimiento ajeno estaban capacitados para tomar decisiones duras en nombre del futuro. En este marco, el líder no es un representante sino un juez absoluto que decide quién vive y quién muere según un algoritmo invisible. Es un tipo de moralidad que no admite contradicciones ni disenso: una ética de comando.

El mito Ziz en perspectiva judicial y mediática

El caso de Ziz LaSota y los Zizians continúa desarrollándose como una historia inquietantemente fascinante, en la que realidad y mito se entrelazan en un tapiz cada vez más oscuro y complejo.

En los últimos meses se ha activado una ofensiva legal en varios frentes. Jack «Ziz» LaSota, junto con Michelle Zajko y Daniel Blank, fue arrestada en febrero y desde entonces enfrenta una batería de cargos estatales en Maryland, que incluyen allanamiento, posesión de armas y drogas, y obstrucción a la justicia. Sin embargo, estos cargos se vieron rápidamente superados por acusaciones federales más graves. LaSota, considerada fugitiva, fue acusada por un gran jurado de poseer un rifle calibre 50, una pistola y más de 450 cartuchos, lo que le reporta una posible condena de hasta quince años de prisión.

El juicio inicial, previsto por separado para cada acusado, fue convertido en uno unificado a petición de los propios implicados, quienes argumentaron la necesidad de coordinar su defensa. Un juez de Maryland lo aprobó, pese a los intentos de demorar este trámite por parte de la fiscalía. Con ello se abre la expectativa de un proceso largo y colmado de estrategias judiciales.

Externamente a las acusaciones formales, la narrativa mediática y los registros oficiales siguen revelando vínculos inquietantes entre los Zizians y una cadena de hechos violentos. El doble homicidio de Richard y Rita Zajko en Pensilvania, cometido el 31 de diciembre de 2022, sigue sin resolverse formalmente. La investigación ha colocado a Michelle Zajko como “persona de interés”, especialmente por el uso de un arma similar y por sus vínculos con LaSota, aunque sin que se hayan presentado cargos oficiales.

Por otro lado, en California, el ya discutido caso del anciano propietario Curtis Lind, brutalmente atacado con una espada samurái y parcialmente cegado, continúa activo. Su muerte, junto a la de Emma Borhanian, fueron interpretadas como reacciones violentas de la secta ante una amenaza (Lind planeaba testificar).

En Vermont, el tiroteo que culminó con la muerte del agente fronterizo David Maland y del miembro Ophelia Bauckholt sigue siendo pieza clave. Teresa Youngblut, quien apuntó con violencia la escena y está relacionada sentimentalmente con otro seguidor, está implicada en un juicio federal cargado de simbolismo y esoterismos personales.

Y no se puede obviar cómo estos crímenes desencadenaron alarmas en la esfera política, mediática y legal, colocando a los Zizians en el centro del debate sobre fanatismo digital, ideología extremista y responsabilidad intelectual colectiva.

La prensa ha construido una figura mitológica alrededor de Ziz LaSota y sus planes de seasteading, falsos suicidios, desapariciones misteriosas y reapariciones dramáticas. En agosto de 2022 ella fue declarada muerta tras supuestamente caer de un barco, pero reapareció meses después en un hotel en Pennsylvania, justo en medio de la búsqueda del arma usada en el asesinato de los Zajkos.

A ojos de muchos, Ziz ha dejado de ser una líder para convertirse en una leyenda criminal en vida, un símbolo de ideología que vulneró no solo vidas, sino la confianza en el racionalismo digital.

Conclusiones

El caso de Ziz presenta un retrato complejo y lleno de ambigüedades. Por un lado, es evidente que su discurso nació de preocupaciones genuinas: los riesgos de la inteligencia artificial descontrolada, el colapso climático, la crueldad hacia los animales. Son problemas reales que ocupan la agenda global. Pero los métodos elegidos y la radicalización posterior convirtieron esa preocupación en una espiral destructiva.

¿Fue Ziz una visionaria? En cierto sentido, sí. Ziz advirtió de males que hoy forman parte del debate internacional. Pero su forma de afrontarlos, basada en la manipulación psicológica, el aislamiento social y la violencia, la convierten también en un ejemplo de psicopatía instrumental. El utilitarismo al que apelaba se transformó en un disfraz para justificar una ética sectaria y peligrosa.

El caso deja lecciones importantes. Demuestra que las ideas, incluso las que nacen de la racionalidad y la ciencia, pueden convertirse en semillas de fanatismo cuando se despojan de empatía y contrapesos éticos. Revela también los riesgos de las comunidades digitales cerradas, donde el pensamiento crítico se sustituye por la retroalimentación de un lenguaje propio y excluyente. Y plantea interrogantes sobre cómo la sociedad debe responder a líderes intelectuales que, sin ensuciarse directamente las manos, inspiran crímenes violentos.

Más allá de la figura de Ziz, lo que está en juego es la relación entre tecnología, filosofía y humanidad. ¿Cómo podemos debatir sobre la inteligencia artificial sin caer en el alarmismo apocalíptico que justifica la violencia? ¿Cómo podemos articular movimientos ecológicos y animalistas que no se transformen en sectas coercitivas? ¿Cómo garantizamos que la inteligencia y la filosofía no se conviertan en armas contra nuestra propia humanidad?

El caso Ziz nos obliga a enfrentarnos a esas preguntas con seriedad. Porque si la historia demuestra algo es que las grandes tragedias suelen comenzar con ideas brillantes desprovistas de límites éticos. La responsabilidad, como siempre, recae en cómo decidimos cultivar esas ideas.

Referencias

  • Barba, M., Gafni, M., Swan, R., & Cassidy, M. (2025, 31 de enero). Who is ‘Ziz’? How a mysterious group with roots in the Bay Area is linked to six deaths. San Francisco Chronicle. Recuperado de https://www.sfchronicle.com
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  • SFGate. (2025, febrero). ‘Show her the body’: Alleged kill orders…. SFGate. Recuperado de https://www.sfgate.com
  • Wikipedia. (2025, julio). Zizians. En Wikipedia. Recuperado de https://en.wikipedia.org/wiki/Zizians

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