Introducción
Vivimos una época de extraordinarios avances tecnológicos, conectividad global y acceso masivo al conocimiento. Sin embargo, nunca antes habíamos enfrentado una crisis tan generalizada de salud mental, desafección social y malestar emocional, especialmente entre los más jóvenes.
Esta aparente contradicción es el punto de partida de “Semillas del caos”, un informe de carácter analítico y multidisciplinar que he elaborado con el objetivo de comprender las transformaciones que están configurando un nuevo perfil de violencia juvenil.
Este estudio parte de una pregunta central:
¿Está nuestra sociedad contemporánea incubando una generación de jóvenes potencialmente violentos?
Pero no hablo aquí de la violencia tradicional, física, visible, explícita, sino de una violencia más sutil, simbólica, psicológica o digital. Una forma de agresión que se manifiesta en el cinismo, la polarización afectiva, la desconexión emocional o la indiferencia radical. Un tipo de violencia que no nace en las esquinas, sino en los timelines, en los discursos públicos, en los entornos familiares fracturados y en un futuro que se ha vuelto inhabitable.
¿Qué explora el informe?
“Semillas del caos” realiza un recorrido por los factores estructurales y culturales que están condicionando el desarrollo psicosocial de la juventud contemporánea. A través de enfoques provenientes de la psicología evolutiva, la sociología, la neurociencia y los estudios culturales, el informe examina con especial atención:
- La violencia simbólica ejercida desde los entornos políticos y mediáticos.
- El impacto del colapso del futuro en la salud emocional juvenil.
- La sobreexposición a estímulos dopaminérgicos y su efecto en la capacidad de autorregulación.
- La soledad estructural como epidemia silenciosa.
- La progresiva medicalización del malestar y la falta de escucha auténtica.
A lo largo del análisis se establecen paralelismos con las bandas juveniles clásicas, pero también se identifican nuevas formas de pertenencia y desafección que emergen en la era digital, muchas veces más peligrosas por su invisibilidad.
¿Por qué este estudio es necesario?
La hipótesis que sostengo es clara: no estamos ante una generación fallida, sino ante el reflejo de un sistema fallido.
Si los jóvenes se muestran agresivos, cínicos o radicalizados, no es porque hayan fracasado como individuos, sino porque han crecido en entornos que no les ofrecieron contención, coherencia ni horizonte.
Este informe no busca culpables. Busca contexto. Busca lenguaje. Busca, sobre todo, comprender el origen profundo de un malestar que se está normalizando y que, si no se aborda, puede derivar en una crisis relacional, emocional y colectiva de proporciones mayores.
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Si trabajas en educación, en salud, en comunicación o en cualquier ámbito que interactúe con adolescentes y jóvenes, este estudio puede ofrecerte herramientas interpretativas valiosas. Y si eres simplemente alguien que se pregunta qué está pasando con la juventud actual, aquí encontrarás un mapa para comenzar a entenderlo.
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Espero que esta lectura no solo genere reflexión, sino que contribuya a una conversación urgente: la de qué tipo de sociedad queremos construir con y para las nuevas generaciones.
“Semillas del caos” no es solo una crítica lúcida: es una llamada a la acción.