En esta ocasión, dejando un poco de lado mi posición aséptica como científico, voy a ser un poco ácido en mis conclusiones. Si te levantas con resquemor y sospechas infundadas sobre tu pareja, antes de culpar al «qué dijo en redes», revisa cuántas horas dormiste realmente. El problema podría estar en tu colchón, no en su ex ni en sus likes.
La ciencia nos regala un mensaje poderoso. Detrás de esos arranques de celos «porque lo he soñado» o ese carácter irritable «sin razón aparente», a menudo hay dos factores: miedo al abandono y mucha menos siesta de la cuenta.
Así que la próxima vez que te levantes con la mosca detrás de la oreja, antes de acusar a tu pareja, hazte un favor y tómate una siesta mental, es decir, revisa cuántas horas guardaste anoche.
Sí, suena irónico: “te odio porque no duermo bien”. Si estás todo el día guardando rencor por una mala noche de sueño, quizás es hora de cambiar las sábanas, no a la pareja. ¿Y si en lugar de discutir sobre sus likes en redes, os planteáis dormir juntos a la misma hora?
Claro que podría haber ayudado un psicólogo o una conversación terapéutica, pero el primer paso es mundano: ve a la cama antes de que el reloj marque otra noche perdida. Y si, aun así, el problema persiste, quizás convenga platearse el dormir en la misma cama o en camas separadas, dependiendo de quién ronca más.
En definitiva, no renuncies a tu sueño ni permitas que los celos drenen tu relación. Porque, como bien dice la neurociencia, la solución a tu inseguridad no está en fajarse, sino en irse más temprano a la cama.
Porque ¿y si los celos y la inseguridad no son un reflejo de lo que hace tu pareja, sino de lo que no hiciste, por estar despierto cuchicheando en las redes sociales o jugando con el móvil? ¿Aceptarías dormir más para tener menos dramas y dejar de culpar a los demás por tu insensatez nocturna?