Para medir los ritmos cerebrales de las ratas, los investigadores colocaron pequeños electrodos, más delgados que un cabello humano, en el cerebro entre las neuronas.
Observaron que, sorprendentemente, el ritmo theta se vuelve considerablemente más fuerte cuando las ratas corren en el espacio virtual en comparación con su entorno natural.
Este descubrimiento sugiere que el ritmo único es un indicador de cómo el cerebro discierne si una experiencia es real o simulada.
Por ejemplo, mientras caminamos hacia una puerta, la entrada de sus ojos mostrará que la puerta se agranda. Para saber si estamos andando y no es la pared la que se nos aproxima, el cerebro usa otra información, como el cambio de equilibrio de un pie al otro, la aceleración de la cabeza a través del espacio, los cambios relativos en las posiciones de otros objetos estacionarios a su alrededor e incluso la sensación de que el aire se mueve en tu contra.
Por otro lado, una persona que se mueve a través de un mundo de realidad virtual experimentaría un conjunto de estímulos muy diferente.
Los diferentes ritmos theta pueden representar diferentes formas en que las regiones del cerebro se comunican entre sí en el proceso de recopilar la información.
Pero el equipo de investigadores descubrió algo más.
Las neuronas constan de un cuerpo celular compacto y largos zarcillos, llamados dendritas, que serpentean y forman conexiones con otras neuronas. Cuando los investigadores midieron la actividad en el cuerpo celular de un cerebro de rata que experimentaba la realidad virtual, encontraron un ritmo eléctrico diferente en comparación con el ritmo de las dendritas.
Por lo tanto, los investigadores han especulado que impulsar las ondas theta podría mejorar o restaurar las funciones de aprendizaje y memoria.
Los investigadores llamaron a este ritmo nunca antes visto «eta».
Resultó que este ritmo no se limitaba al entorno de realidad virtual: con la colocación de electrodos extremadamente precisa, los investigadores pudieron detectar el nuevo ritmo en ratas que caminan por un entorno real.
Sin embargo, estar en realidad virtual fortaleció el ritmo eta, algo que ningún otro estudio en los últimos sesenta años había podido hacer con tanta fuerza, ya sea utilizando herramientas farmacológicas o de otra manera.
Estudios anteriores demostraron que la frecuencia precisa del ritmo marca una gran diferencia en la neuroplasticidad, al igual que el tono preciso de un instrumento musical es fundamental para crear la melodía correcta.
Esto abre una oportunidad sin precedentes para diseñar terapias de realidad virtual que puedan reajustar y estimular los ritmos cerebrales y como una forma de tratar los trastornos del aprendizaje y la memoria.