La herencia genética de emociones y comportamientos es otro terreno fascinante que se entrelaza con la atracción sexual.
La investigación ha comenzado a desentrañar cómo ciertas predisposiciones a emociones y trastornos psicológicos pueden ser heredadas, sugiriendo que nuestras respuestas emocionales y, por extensión, nuestras interacciones sociales y sexuales, podrían estar influenciadas por nuestra genética.
Por ejemplo, la variabilidad en los genes que regulan los neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, puede afectar nuestra capacidad para procesar emociones y establecer conexiones emocionales con otros, factores cruciales en la formación de relaciones íntimas.
Diversas investigaciones han revelado mecanismos por los cuales el estrés puede afectar la metilación del ADN, lo cual tiene implicaciones significativas en nuestra biología y comportamiento.
Una de ellas es el estudio realizado por investigadores del Hospital Monte Sinaí4 que destacó que el estrés temprano en la vida puede llevar a alteraciones en la expresión de enzimas responsables de la modificación epigenética, como H3K79me2. Estas alteraciones pueden influir en la susceptibilidad al estrés en la adultez y se ha visto que tanto la sobreexpresión como la inactivación de ciertos genes en ratones afectan su respuesta al estrés.
Esta investigación abre posibilidades para terapias futuras, identificando la ruta biológica controlada por DOT1L como un objetivo potencial para tratar susceptibilidades inducidas por el estrés temprano.
Este tipo de estudios ponen de manifiesto cómo factores influyen en los sistemas neuroendocrinos y, potencialmente, en nuestras preferencias y comportamientos de pareja.
Por otro lado, la investigación sobre la herencia de las emociones a través del genoma se encuentra en un campo interesante que combina la genética con la psicología y la epigenética.
Además, el emergente campo de la epigenética, que estudia cómo las experiencias y el ambiente pueden modificar la expresión de nuestros genes sin alterar la secuencia del ADN, ofrece una nueva dimensión a nuestro entendimiento de la atracción sexual y las relaciones humanas.
La epigenética, que estudia cómo los factores ambientales y las experiencias pueden modificar la expresión de nuestros genes sin cambiar la secuencia del ADN, añade otra capa de complejidad.
Este campo sugiere que nuestras vivencias personales y nuestro entorno pueden influir en cómo se manifiestan estos mecanismos genéticos de atracción, ofreciendo una visión más matizada que contrarresta cualquier determinismo genético estricto.
Las experiencias vividas y el ambiente pueden influir en la manera en que nuestros genes se expresan, lo que a su vez puede afectar nuestro comportamiento y nuestras preferencias, incluyendo las de índole sexual.
Mediante la investigación en epigenética y los estudios en gemelos en el campo de la psiquiatría5 se ha comprobado que la epigenética juega un papel fundamental en la diversidad biológica y en cómo el ambiente puede influir en la expresión genética.
La epigenética añade una dimensión adicional a nuestra comprensión de la atracción sexual, sugiriendo que las experiencias vitales y el ambiente pueden modificar la expresión de genes relacionados con la atracción y el comportamiento sexual sin alterar la secuencia del ADN.