Pero ninguna de estas previsiones contempla la inmortalidad.
Dado alcanzar inmortalidad puede parecer un reto difícil, la ciencia se centra en alargar la vida.
Una investigación de la Universidad de Washington, estima que la longevidad humana aumentará lentamente para fines de siglo, alcanzando una vida de 125 a 130 años.
En un estudio liderado por el profesor Cohen, del Centro de Longevidad Humana Saludable Sagol de la Universidad de Bar-Ilan (Israel), se ha conseguido incrementar la vida en ratones en un 23%, algo que podría replicarse en humanos. Lo más impactante es que los ratones más envejecidos no mostraron diferencia en el nivel de actividad con los jóvenes y no se volvieron frágiles ni menos vigorosos.
Por su parte, en un estudio publicado en la revista Science Translational Medicine, un grupo de científicos chinos, a través de una nueva terapia genética, lograron ralentizar los efectos del envejecimiento en ratones, consiguiendo un aumento de su esperanza de vida de un 25%.
Sin embargo, debemos superar una importante barrera. A medida que envejecemos, nuestra capacidad de recuperación disminuye. Según un estudio del Departamento de Biología del Estrés Celular del Roswell Park Comprehensive Cancer Center, el envejecimiento va asociado a una pérdida de resiliencia y una disminución en la capacidad de recuperación del cuerpo humano a medida que envejecemos.
Esta investigación concluye que, a no ser que se retrase el envejecimiento natural, tratar de aumentar la esperanza de vida podría ser contraproducente.
Así mismo, la investigación permitió descubrir que los sujetos más sanos eran más resilientes al envejecimiento y que dicha resiliencia se relacionaba directamente con hábitos de vida saludables lo que lleva a plantear terapias antienvejecimiento.
Entre estos hábitos están la actividad física, mental, social y los buenos hábitos alimenticios. Pero las enfermedades crónicas pueden afectar mucho en la esperanza de vida, algo que debemos abordar desde diferente perspectiva, como la modificación genética y la epigenética.
Cuando las células del cuerpo están dañadas se quedan en nuestro organismo y contribuyen al envejecimiento y al desarrollo de enfermedades relacionadas con la edad. Nuestro cuerpo tiene una defensa natural, las NKT, que se encarga de eliminar las células extrañas. Pero las NKT van perdiendo actividad con el paso del tiempo. Una investigación llevada a cabo por investigadores de la Universidad de California San Francisco, presenta un método que refuerza las NKT para que puedan acabar con las células responsables de los síntomas del envejecimiento.
Ante retos como el deterioro físico de partes del cuerpo o el mental, como las demencias y la pérdida de memoria, surge un enorme mercado orientado a la denominada silver economy.
Desde prótesis, que pueden resolverse a bajo coste y con buenos resultados y personalización gracias a la impresión 3D, hasta la potenciación sensorial, que gracias a las nuevas tecnologías puede ofrecer grandes soluciones basadas en cualquier de los sentidos.
Las aplicaciones de seguimiento y comunicación permiten mantener el contacto seguro de nuestros mayores con familiares y servicios de asistencia y sin necesidad de una invasión de su espacio, algo muy apreciado por los consumidores de estos servicios.
¿Y en un futuro? Aquí se abre la puerta al deseo con el que abríamos este artículo: la inmortalidad.