En diciembre de 2019, algunos trataban de reflexionar acerca de las medidas urgentes para parar la crisis climática, la mayoría lo veía desde su sillón y, dos días después de la COP, seguíamos a lo nuestro. El COVID19, como un dictador silencioso, ha actuado de manera estricta parándolo todo y dando un pequeño respiro a la naturaleza. En el futuro veremos el impacto que ha supuesto para la Tierra.
Educadores y pensadores de todo el mundo promovían la idea de la necesidad de reencontrarnos, de frenar, de pensar y de estar más tiempo con nosotros mismos y nuestras familias, los ciudadanos de a pie, los soberanos o los laureados y prestigiosos personajes de la vida pública caminaban tan rápido que no llegaban a escuchar la importancia del mensaje. El COVID ha ejercido su papel, casi de terapeuta, forzándonos a parar, a pensar, algo que nos da especial vértigo, y a disfrutar de cada segundo.
Entidades y centros de desarrollo promulgaban la necesidad de dar un paso más en la digitalización de negocios y actividades esenciales, empresas, entidades y ciudadanos se lamentaban de la falta de recursos y de tiempo. El COVID19 ha obligado a correr en la implantación de estas medidas.
No sólo las empresas y entidades han tenido que implementar herramientas, sino que se ha llevado a cabo el mayor test de carga de la red de comunicaciones para comprobar que esta preparada para esta digitalización.
Así, plataformas de servicios digitales para el entretenimiento, como Amazón Prime, Netflix y otras, han tenido que reducir su calidad de emisión para evitar el colapso de la red.
Las herramientas de videoconferencia han entrado en escena. La mayoría de los ciudadanos a penas conocían una o ninguna de estas herramientas. Estos días se han familiarizado con más de una, sobre todo los que tienen niños en la escuela, y esto no sólo ha provocado una capacitación a marchas forzadas sino una concienciación de su capacidad de uso y un abastecimiento de las herramientas y recursos necesarios para su uso, aprovechamiento y disfrute.
Pero también hay modelos de negocio que han salido reforzados.
El comercio electrónico, incluso para los más detractores antes del COVID, ha sido un aliado en el abastecimiento durante el aislamiento, y eso ayudará a que se pierda la rutina y el miedo.
La formación online, tanto en lo que respecta a su uso como en lo que concierne a disponer de los contenidos necesarios y básicos, ya no es un desconocido. Antes del COVID, muchos padres apostaban sólo por la formación tradicional. Durante el aislamiento no sólo han cambiado de idea, sino que incluso lo rogaban, y a veces exigían, a las escuelas de sus hijos. Entidades educativas han tenido que ponerse al día con herramientas y tecnologías y, ahora, ya son una poderosa herramienta de educación masiva para ellas en lugar de una competencia.
Todos estos servicios requieren de un sistema de comunicaciones robusto, unas redes estables que, en muchos casos, no han cubierto las expectativas y que, sin lugar a duda, abren un camino para su desarrollo. Y para aquellos que hemos vivido esta estancia en entornos abastecidos de tecnologías de automatización del hogar, hemos puesto a prueba sus bondades y entendido su potencialidad real, incluso su riesgo ante fallos. Una avería del sistema en un momento así pone en crisis la toma decisión ante la domótica low cost.
Pero uno de los negocios que más puede hablar de impacto positivo es el de la impresión 3D. Gracias a la comunidad de 3dmakers, solidarios, que han trabajado por abastecer de todo tipo de elementos a los servicios de salud y a la ciudadanía durante esta crisis, el imperio de la impresión 3D, en constante espera antes de la crisis, ha despertado. Durante el aislamiento era casi imposible encontrar impresoras 3D, agotadas a través de todos los canales de venta. Los ciudadanos han aprendido a usarlas y han descubierto el poder que tienen para imprimir objetos de uso cotidiano, que incluso, como las mascarillas pueden salvar vidas, infundiendo la sensación de disponer de una herramienta capaz de salvar, incluso, una vida.
Post Covid, nuestra vida personal y profesional va a cambiar. Incluso el concepto de espacio lo va ha hacer. Estar recluidos en espacios pequeños durante tanto tiempo, sistemas de iluminación propios de un entrono siempre relajado, falta de luz natural, servicios insuficientes, malos sistemas de climatización, incluso aquellos que se han visto obligados a compartir espacio con enfermos y no disponían de baños y estancias independientes suficientes. El hogar ha sido nuestro refugio y sus alrededores nuestro ecosistema seguro, con lo que conceptos como proximidad, transgresión territorial, hacinamiento, salubridad, han calado, consciente o inconscientemente, en nosotros. Aspectos que van a marcar el argumentario de muchos de los teóricos del diseño en las próximas décadas.