En el mundo actual, donde la incertidumbre es constante y el cambio una norma, el liderazgo ya no se mide solo por el conocimiento técnico o la experiencia. En este nuevo paradigma el liderazgo se mide por la capacidad de gestionar emociones, propias y ajenas, de mantener la calma en la presión, de conectar con los demás desde la autenticidad. Ahora el liderazgo se mide, cada vez más, por la inteligencia emocional.
Este conjunto de habilidades, como la autoconciencia, la autorregulación, la empatía, la motivación y las habilidades sociales, ha pasado de ser un valor añadido a convertirse en un pilar del liderazgo global. El World Economic Forum la sitúa entre las top 10 soft skills más demandadas para liderar en entornos complejos, diversos y colaborativos.
Sue Bird no estudió inteligencia emocional en libros, la practicó durante dos décadas como líder indiscutible en el baloncesto profesional.
Bird ganó 5 medallas olímpicas, 4 títulos de la WNBA, incontables campeonatos en Europa y fue, durante más de 20 años, la brújula emocional del Seattle Storm y de la selección estadounidense. Desde su debut en 2002 hasta su retirada en 2022, fue mucho más que una base, fue una guía emocional, una arquitecta del clima interno de cada equipo en el que jugó.
Este artículo analiza cómo Sue Bird encarnó la inteligencia emocional a través de su trayectoria. Veremos qué significa realmente este skill, cómo afecta al cerebro y al comportamiento y qué lecciones podemos trasladar al mundo profesional.
Porque en la cancha, como en la empresa, quienes saben gestionar emociones no solo rinden mejor, hacen rendir mejor a los demás.